Parte 1: La higiene en la crianza de terneros
Es fundamental poner en práctica medidas preventivas para reducir el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas. En un establecimiento ganadero, es muy importante evaluar los puntos débiles para la transmisión de enfermedades infecciosas y la forma de evitar dicha transmisión al máximo.
Todo comienza inmediatamente después del nacimiento del ternero. Se sabe que los terneros nacen sin un sistema inmunitario innato, lo cual hace que sean muy vulnerables. La higiene juega un rol fundamental para mantener la carga de infección lo más baja posible. Así, el ternero puede utilizar toda su energía para el crecimiento y no para defenderse de agentes patógenos.
El corral de parto y la vaca madre son fuentes naturales de infecciones. Por lo tanto, es importante mantener el corral de parto limpio, seco y, principalmente, con baja densidad. La desinfección directa del ombligo después del nacimiento evita la contaminación por microorganismos.
El corral individual donde será alojado el ternero también debe estar limpio y desinfectado, y es importante que haya estado vacío durante al menos una semana para asegurar que no haya sobrevivido ningún agente patógeno.
Los otros terneros de más edad también pueden ser fuente de transmisión de agentes patógenos. Por lo tanto, el ternero recién nacido debe ser alojado de forma individual durante las dos primeras semanas de vida, además de evitar el contacto de estos animales más jóvenes con otros de más edad. Durante el manejo de los terneros también es importante que el personal use ropas y botas limpias y que trate primero a los animales más jóvenes antes de ocuparse de los demás.
Los materiales utilizados para la alimentación (tanto si se alimenta con baldes o con sistemas automáticos) deben ser higienizados diariamente. Los baldes se deben limpiar correctamente y se guardan boca abajo para que se sequen correctamente. Los microorganismos no crecen en ambientes secos. No debemos olvidar que tanto el alimento como el agua también deben estar limpios.
Cuando un ternero se enferma, debemos separarlo de los demás animales sanos para que no pueda contaminarlos.
Si se trabaja de forma estructurada, con todo ordenado y limpio, se puede controlar el riesgo de transmisión, lo cual contribuirá para que los terneros crezcan sanos y bien.